Reparación y protección del hormigón

Nueva Generación de Morteros con Inhibidores de corrosión migratorios

Los inhibidores de corrosión protegen las estructuras de hormigón armado para prolongar su vida. Pero ¿sabes cuál elegir durante las labores de reparación del hormigón? Te lo contamos en este artículo.

El hormigón constituye una pantalla exterior de protección de las armaduras contra la corrosión, aportando durabilidad al elemento estructural, tanto física como químicamente.

Por ello, con objeto de mantener intacta su estabilidad y funcionalidad, las estructuras de hormigón necesitan ciertos cuidados y un plan de mantenimiento que estará condicionado por diferentes aspectos como el uso, ambiente de exposición, normativa vigente. Ya que no debemos olvidar que el hormigón, envejece con el paso del tiempo, perdiendo parte de las propiedades iniciales de protección contra la corrosión que ofrece a las armaduras.

Es nuestra responsabilidad, conseguir que las reparaciones realizadas en las estructuras tengan una mayor resistencia a la corrosión y, por lo tanto, mayor durabilidad. Siendo esto especialmente importante en ambientes severamente corrosivos. Una mayor durabilidad significará menos reparaciones, una mayor integridad estructural y una vida útil más larga, que se traducirá también en mayor sostenibilidad.

La corrosión en el hormigón armado

Las estructuras de hormigón armado se deterioran principalmente por ataques sobre el propio hormigón o por la corrosión de su armadura, siendo el deterioro de la armadura el más común de todos. El mantenimiento del hormigón armado es una tarea imprescindible a lo largo de la vida de la estructura, y, por tanto, un coste adicional que no debemos obviar.

La presencia de contaminantes como el dióxido de carbono atmosférico y los cloruros favorecen la oxidación de las armaduras mediante su penetración en las estructuras de hormigón armado. Estos dos fenómenos son conocidos como Carbonatación del Hormigón y Ataque por Cloruros, respectivamente.

El proceso de corrosión electroquímico del hormigón armado se inicia por la combinación de los siguientes efectos: la presencia de oxígeno, la existencia de un hormigón húmedo (electrolito), la despasivación del acero o pérdida de la capa alcalina de protección y/o la presencia de agentes agresivos como los cloruros.

La degradación de la armadura por corrosión representa un elevado porcentaje de las patologías detectadas, en términos genéricos el fenómeno de la corrosión puede ser definido como un proceso de destrucción o deterioro electroquímico de un metal por acción y reacción de este con el medio que lo rodea (reacciones de oxidación y reducción simultánea).

Es necesario para que la corrosión electroquímica se inicie, que se forme una pila galvánica, por tanto, ha de existir un ánodo, un cátodo, un electrolito (hormigón húmedo) y oxígeno. En este sistema electroquímico, la armadura hace las veces de ánodo y cátodo, permitiendo la conexión entre ambos electrodos y, en consecuencia, el paso de electrones entre ellos.

El ánodo (polo -) es el lugar donde se corroe el acero, puesto que es aquí donde el metal pierde electrones. El cátodo (polo +) es la parte del acero no oxidada.

En el hormigón armado, los principales factores que favorecen la corrosión de las armaduras dentro del hormigón son mayoritariamente la carbonatación y la presencia de cloruros, tanto de manera independiente o en conjunto como ya hemos visto.

  • Carbonatación: el fenómeno de la corrosión de la armadura por carbonatación en el hormigón es debido a un proceso natural que se produce cuando el dióxido de carbono de la atmósfera y presente en el aire, reacciona con el agua o la humedad retenida en el interior del hormigón, reduciendo su pH alcalino.

La reducción del pH del hormigón por efecto de la carbonatación implica una pérdida de esa capacidad de protección y la consecuente activación del proceso de corrosión de las armaduras, siempre bajo las condiciones adecuadas.

  • Por su parte, el ataque por cloruros se produce cuando estos penetran en el hormigón, disueltos en agua y acceden a la armadura. Este proceso de corrosión se produce incluso en hormigones con pH alcalino, ya que los cloruros actúan como catalizadores de la reacción de oxidación del acero, disminuyendo el diámetro y la sección resistente del armado, con el consecuente riesgo de colapso de la estructura.

La degradación de la armadura por corrosión representa un elevado porcentaje de las patologías detectadas, en términos genéricos el fenómeno de la corrosión puede ser definido como un proceso de destrucción o deterioro electroquímico de un metal por acción y reacción de este con el medio que lo rodea (reacciones de oxidación y reducción simultánea).

Consecuencias de la corrosión en el hormigón

Cuando se inicia la corrosión, el hormigón de recubrimiento de las armaduras primero se fisura y luego se desprende debido a que el acero corroído genera un volumen mayor al del acero original.

Este incremento de volumen transmite tensiones al hormigón, provocando procesos patológicos y su deterioro.

Como estas fisuras a su vez exponen las armaduras al exterior facilitan nuevos procesos de oxidación del acero, el deterioro de la estructura se ve acelerado debido a la pérdida constante de protección de las armaduras a la que está sometida, comprometiendo poco a poco la armadura no afectada por el foco de corrosión inicial.

Cómo elegir inhibidores de corrosión: Nueva generación de morteros con inhibidores migratorios de corrosión

En Molins, trabajamos desarrollando soluciones eficaces para el tratamiento integral de las estructuras de hormigón armado, que aseguran la calidad y la durabilidad de los trabajos de conservación y de mantenimiento del parque edificatorio y de infraestructuras.

Por eso, el pasado 5 de octubre lanzamos una nueva generación de morteros con inhibidores migratorios de la corrosión MCI®, una gama de productos con la tecnología más avanzada para impulsar la máxima durabilidad del hormigón armado.

Con esta generación, pionera en el mercado nacional, Molins consolida su apuesta por la innovación y por la sostenibilidad, ejes que permitirán prolongar al máximo la vida útil de las estructuras de hormigón.

Una mayor durabilidad significa menos reparaciones, una mayor integridad estructural y una vida útil más larga, que se traduce también en una mayor sostenibilidad y una reducción de la huella de carbono.

Las estructuras de hormigón armado se deterioran por ataques sobre el propio hormigón o por la corrosión de su armadura. La presencia de contaminantes, como el dióxido de carbono atmosférico y los cloruros, provocan este deterioro, ya que favorecen la oxidación del acero.

En concreto, estos dos fenómenos -carbonatación del hormigón y ataque por cloruros- hacen imprescindibles las tareas de mantenimiento continuado a lo largo de la vida de la estructura y, por tanto, un coste adicional.

Morteros MCI para la máxima durabilidad del hormigón

Para hacer frente a todo ello, Molins utiliza los inhibidores migratorios de la corrosión, que ofrecen una protección adicional al hormigón frente a los agentes externos dañinos que pueden comprometer la estabilidad de su estructura.  Se trata de los morteros técnicos más avanzados del mercado: PROPAM® REPAR TECHNO 40 MCI® y PROPAM® REPAR TECHNO FLUID MCI®.

Con el empleo de inhibidores migratorios de la corrosión, una vez que el inhibidor migratorio llega a la armadura, mediante atracción iónica forma una capa monomolecular que reacciona con la superficie del metal, protegiéndolo activamente contra la corrosión.

Estos morteros -que cumplen con los requerimientos de las normas EN 1504-3 clase R4, EN 1504-2 y EN 1504-7, han formado parte de diversos ensayos de corrosión acelerada. Se ha acreditado cómo los morteros PROPAM® REPAR TECHNO 40 MCI y PROPAM® REPAR TECHNO FLUID MCI, retrasan la iniciación de la corrosión por carbonatación al menos seis veces frente a morteros tradicionales y mejoran la concentración crítica de cloruros hasta valores muy superiores a los habituales en morteros tradicionales u hormigón.

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